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Nov 21

La encrucijada de la docencia y la lectura en Latam

OPTIMA | Educación

“La escritura se me hizo entonces tan fluida que a ratos me sentía escribiendo por el puro placer de narrar, que es quizás el estado humano que más se parece a la levitación”, decía Gabriel García Márquez en su obra “Doce Cuentos Pelegrinos.

Desde pequeño, este destacado escritor colombiano, fundador del realismo mágico y ganador del premio nobel de literatura, sentía deleite por la prosa, los libros y las historias. Esa pasión lo llevó a ser un profundo observador de la vida humana que luego plasmó en obras maestras como “El amor en tiempos de cólera”, “Crónica de una muerte anunciada”, “Cien años de Soledad” entre otras. Hoy, miles de ávidos lectores de todo el mundo conocen y admiran sus publicaciones.

Esa pasión de García Márquez también la cultivan países como Islandia donde aprecian el libro en todas sus dimensiones.  Y esa valoración se promueve desde diferentes aristas: con los docentes en las aulas de clases desde la primera infancia porque saben que al promover la lectura se amplia el vocabulario, se afina la memoria, se agiliza la mente, se alimenta la curiosidad y se progresa como sociedad.

Otro dato interesante es que la lectura permite conocer la condición humana, conocer experiencias nuevas a partir de la historia de los personajes y conocernos más a nosotros mismos a partir de lo que experimentamos cuando leemos sobre las emociones que tienen los personajes. A su vez, se trabaja la empatía porque te permite hablar con naturalidad una infinidad de temas leídos y vividos, experimentar y conocer otras realidades. Todo esto, en una sociedad que desarrolla sus capacidades, permite también prosperar de forma integral su emocionalidad y pensamiento analítico.

La importancia que le asignan revela el porque están tan arriba en los rankings mundiales. En Islandia leen 40 libros anuales y uno de cada 10 islandeses publica su propio libro. Y si a eso le sumamos que el 80% de los padres visitan bibliotecas los fines de semana para seguir estimulando este hábito, podemos concluir que leer no se deja de lado en ningún momento.

En países como Latinoamérica, la realidad es opuesta. Chile, México y Colombia, se lee un libro promedio anual. Y desde la vereda de la educación, que es donde más pasan libros y se enseñan, los resultados tampoco son tan alentadores.

Un reciente estudio realizado junto a investigadores de la U. Católica del Maule como parte de un proyecto Fondecyt y que fue publicado recientemente en The Australian Journal of Language and Literacy—encuestó a 365 estudiantes de Pedagogía en Educación Parvularia y Básica de nueve universidades chilenas. Y los resultados fueron claros: Los futuros profesores saben que leer es importante, pero no tienen la costumbre de hacerlo por placer.

“Nuestra investigación indagó en la vida lectora de los futuros docentes que se forman, entre otras cosas, para mediar en los aprendizajes vinculados a la lectura. En línea con estudios previos, observamos una alta valoración lectora por parte de los futuros docentes encuestados, pero una baja praxis lectora efectiva. De la muestra, un 13,1% no leyó nada por placer en los últimos 12 meses. Y apenas un 14,1% leyó un libro por placer”, relató Valeria Arriaza a El Mercurio. Ella es una de las autoras de este estudio y Secretaria de Estudios de Pedagogía en Lengua Castellana de la Universidad Autónoma

“A aquellos educadores se les dificultará fomentar la lectura en sus estudiantes ya que ellos mismos no están motivados por dicho hábito. Por lo tanto, la motivación por la lectura del estudiantado probablemente no se incrementará al no contar con esta figura docente activa que muestra gusto por el leer”, precisaba una de las autoras de este estudio Valeria Arriaza, Secretaria de Estudios de Pedagogía en Lengua Castellana de la Universidad Autónoma sobre los resultados de ese estudio a El Mercurio.

“Para fomentar el gusto por la lectura en los niños es necesario que los docentes sean líderes en manejar diversos tipos de textos y que demuestren un hábito adquirido. Cuando un profesor se muestra entusiasmado y apasionado por la lectura, el clima de aula se hace más favorable tanto para actividades de lectura como de escritura”, señala la profesional.