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Ago 22

¿Desconcentración o desconexión?

OPTIMA | Educación

Cuando se es bebé aun no se ha desarrollado la memoria congnitiva, pero si la emocional. Esta deja registro de situaciones difíciles vividas en familia, con los seres significativos del infante: problemas familiares, madres estresadas, padres sin trabajo, maltrato intrafamiliar, y otras circunstancias que estresan al bebé. Pero para éste es muy difícil enfrentar esa situación o escapar de ella, por lo que desarrolla mecanismos de defensa infantil, disociándose de la realidad que vive. Esta desconexión que comienza en la primera infancia, se puede instalar como un hábito adaptativo y generará diversas consecuencias más tarde, que Gabor Maté, psiquiatra canadiense,  refiere como reacciones al “trauma” infantil. Una de estas reacciones la describe como las dificultades en el aprendizaje de los niños, fruto de la desconexión que genera una desconcentración en el aquí y ahora y es lo que conocemos como “síndrome de déficit atencional”.

Maté en sus estudios de neurociencia  ha descifrado lo que le sucede a niños en las aulas y que nada tiene que ver con el déficit atencional. Contrario a lo que se pensaba, los niños de hoy pueden haber sufrido situaciones difíciles en la infancia que los ha dejado con secuelas emocionales; por eso y para cuidarse, se desconectan del mundo que los rodea como una medida de protección.

De este modo, para potenciar el aprendizaje se percibe que una habilidad clave será inculcar la compasión en los profesores para atender, acoger y conectar con los niños y sus heridas emocionales, de modo que logren reconectar con su íntimo ser y apaciguar sus temores. Ello los alentará a buscar nuevas formas adaptativas y a confiar en el entorno que los rodea, abriéndose al aquí y ahora. Este modo más adaptativo de funcionar, potenciará sus aprendizajes y atención a los estímulos del medio en el presente, y les permitirá vivir más integradamente su edad escolar.

La sanación requiere una reconexión entre la mente y el cuerpo que se puede lograr si se desarrolla un sentido de comunidad, de pertenencia y propósito. Por eso es clave el rol de los profesores y su disposición a acoger y acompañar.

De esa forma el profesor podrá conectarse con la experiencia de cada niño, comprenderlo y darle ese espacio de calma para que haya aprendizaje.

“Todo ser humano tiene un verdadero yo auténtico. El trauma es la desconexión con éste y la única curación es la reconexión.”

Paz Vial, Socia de Optima Consulting nos responde unas preguntas con respecto a la estimulación en el aprendizaje en los niños.

¿Cómo piensas que hoy podemos estimular la mejora en los aprendizajes de los niños?

Cómo plantea Gabor Maté, la clave está en reconectar, volver a vivir el presente y conectarse con el propio yo. Técnicas como el Mindfulnes o conciencia plena ya nos hablaban de mejoras importantes en el síndrome de déficit atencional. Por ello, la forma de mejorar los aprendizajes, primero es recuperar la calma, disminuir el estrés y potenciar el conectarse con el aquí y ahora en los niños. Aquí el profesor tiene un rol fundamental logrando acoger y acercarse a cada niño con una actitud compasiva, que permita ofrecer espacios de seguridad psicológica que potencien la motivación por explorar y aprender.

¿Qué habilidades será importante desarrollar en los profesores según esta visión de Maté?

Las habilidades llamadas blandas son clave en este proceso. La amabilidad, comprensión y compasión son actitudes humanas que serán las potenciadoras del desarrollo de niños con heridas emocionales, y serán el vehículo para su sanación y logros de aprendizaje.

¿Es posible sanar heridas tan tempranas en los niños?

El cerebro es de una plasticidad extraordinaria que aun no llegamos a dimensionar. Ya es un hecho la capacidad de “recablear” asociaciones y reaprender hábitos y experiencias. Por ello, el proveer de condiciones seguras emocionalmente, limitar los estresores y entregar espacios de acogida y protección con figuras significativas que entreguen experiencias relacionales positivas , pueden ser factores altamente efectivos para la sanación tanto en niños como en adultos.