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Dic 14

¡Yo si puedo aprender! Cuando enseñamos desde la mentalidad de crecimiento

OPTIMA | Educación

Ana tiene 6 años y cursa primero básico. Desde kínder que viene trabajando la lectoescritura, pero se le hace difícil. Sabe llevar al papel algunas palabras, pero está lejos de ser la primera en el curso. Por suerte, su profesora confía en que aprenderá y respeta sus tiempos. Los docentes de su escuela están consientes de que el proceso es un continuo y debe seguir en segundo básico, por lo que siguen apoyándola, confiando en sus capacidades y su potencial para aprender. 

Casos como el de Ana, enfocados desde una mentalidad de crecimiento, suponen  una mirada positiva y esperanzadora para los millones de estudiantes que hoy se enfrentan al proceso de aprender. Esta mentalidad, definida por la psicóloga de la Universidad de Stanford, Carol Dweck, es aquella que “considera que la inteligencia es un potencial que se puede mejorar a través del aprendizaje” y en donde “las tareas difíciles representan una oportunidad de crecimiento y desarrollo”.

En palabras  simples, todos somos capaces de aprender. Esta mirada, se contrapone con la mentalidad fija, donde se cree que los alumnos vienen con las habilidades dadas y que si el estudiante no domina la asignatura, es mejor no exigirle más porque no mejorará.

Ambas visiones impactan enormemente en cómo los docentes enfrentan la ardua tarea de educar. En la segunda, la mirada determinista no solo limita el aprendizaje de los alumnos en la sala, sino que también lleva a que haya alumnos que se queden atrás y no haya esperanza para ellos, además de proyectar un bajo desarrollo para ellos. Por eso es clave que la mentalidad de crecimiento domine la sala de clases, fomentando así a docentes comprometidos con el proceso de aprendizaje de sus alumnos, al punto que buscarán que desarrollen todas sus capacidades.

Paz Vial, Socia de Óptima Consultores y con amplia experiencia en asesorías al mundo educativo, añade además que debemos tener en cuenta también el desarrollo de habilidades socioemocionales, ya que éstas son clave para el aprendizaje en sociedad y que van más allá de las puramente tecnológicas.

 

1.¿Qué habilidades socioemocionales crees que son necesarias de desarrollar hoy? 

En este S.XXI cada vez se hace más relevante el desarrollo de habilidades socioemocionales o “habilidades blandas” como instrumentos facilitadores de las relaciones humanas, el crecimiento personal y la incorporación al mundo del trabajo. Habilidades como la determinación o perseverancia y responsabilidad;  la autorregulación y tolerancia al fracaso, motivación y el trabajo en equipo son claves para desenvolverse en el mundo adulto y alcanzar un nivel de desarrollo positivo en el trabajo.

 

2.¿Cómo podemos darle la importancia que se requieren en la malla curricular a estas habilidades?

Estas habilidades se trabajan en el aula, por medio de cada una de las actividades que se realizan en la interacción del docente con los estudiantes y entre ellos
mismos. Por ello, la presencialidad en la escuela es un elemento que ayuda fuertemente en el desarrollo de estas habilidades, dado que la interrelación social es el vehículo más potente para el desarrollo de estas competencias.

 

3.¿Qué habilidades necesitan trabajar nuestros docentes para que continúen enseñando desde la mirada de la mentalidad de crecimiento? 

La mentalidad de crecimiento implica una confianza profunda en el desarrollo humano, convicción que implica la creencia respecto al propio desarrollo constante. En eso las escuelas pueden ser de ayuda motivando al crecimiento de sus docentes, más allá de las asignaturas o responsabilidades directas. Es decir, el enfoque esté puesto no solo en el desempeño actual, sino en una visión de futuro que movilice a nuevos aprendizajes, sentido de excelencia y deseo de mejora continua. Esto desde la perspectiva de los alumnos implica una cultura de altas expectativas, que lleve a fijar elevados estándares en la enseñanza y a promover instancias de aprendizaje constantes, confiando en las capacidades de los estudiantes. Estos entornos de alta motivación hacia el aprendizaje benefician el crecimiento tanto de docentes como alumnos.