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Jul 18

Aprendizajes que hacen florecer la creatividad

OPTIMA | Educación

Por Maria José Valdés
Comunicaciones Optima Consulting

A lo largo de los siglos, el estudio del cerebro ha ido revelando formas insospechadas de operar. Sorprendentes y nuevas conclusiones sobre su funcionamiento han impactado en cómo vemos el aprendizaje, la innovación y la creatividad. Destacados neurobiólogos como Morten Fris-Olivarius han abocado su experticia en conocer mejor este maravilloso órgano y el funcionamiento de sus 86 mil millones de neuronas. Todo con la poderosa misión de poder entenderlo para lograr ser más creativos. El fundador del centro de neurocreatividad situado en Copenhague comprobó como enseñando sobre el cerebro se incrementaba potencialmente la mirada creativa. Sus resultados fueron tan potentes que su centro hoy tiene impacto mundial.

Hace 16 años, el británico Ken Robinson subió al escenario y dio la charla Ted “Las escuelas matan la creatividad” y que dejo boquiabierto al mundo. Este escritor, académico y asesor de más de 10 gobiernos en materia de innovación educativa -incluido el suyo durante la administración de Tony Blair- expresó que “todos los niños tienen talentos extraordinarios que desperdiciamos sin piedad”. ¿La razón? Los establecimientos educacionales están basados en potenciar ciertas habilidades académicas jerarquizadas, dejando de lado otras igualmente importantes. “Es la escuela la que está fallando a los niños. Está concebida con una visión muy reducida de lo que es el éxito, que suele asociarse con lo meramente académico. La danza es tan importante como las matemáticas, pero hay una visión muy limitada de lo que es la inteligencia. Nos desarrollamos física, emocional, espiritual y socialmente. Tenemos diversos talentos. La escuela no lo mide y por ello mucha gente seguirá pensando que ha fracasado”, enfatizaba Robinson en una entrevista al El País dada en 2018 en el marco del evento de innovación educativa EnlightED en Madrid.

La inteligencia es diversa, dinámica y única. Y la creatividad surge de la interacción entre diferentes disciplinas. A partir de ahí nacen ideas originales que tienen valor.  Por ello, ¿qué puede hacerse hoy para salir de esa esfera estática, rígida que apaga la curiosidad y la pasión por aprender? La respuesta es clara: los niños prosperan mejor con un amplio plan de estudios que celebre sus diferentes talentos. “Las artes no son necesariamente importantes porque mejoran matemáticas, sino porque llegan a rincones del interior de los niños que de otra manera quedarían intactos”, explicaba Robinson.

Por ello, abrirse a un abanico más amplio que no solo tenga en la cúspide a matemáticas y lenguaje, sino que integre con igual valor las humanidades y las artes, es clave. Por otro lado, que detrás de esos aprendizajes, la evaluación no continúe siendo la cultura educativa dominante, sino que se convierta en una herramienta para dar soporte al aprendizaje y no obstruirlo.  Según Robinson esta cultura del cumplimiento y el resultado dejaba atrás talentos en su afán de estandarización, que hacía que muchos niños que no cumplían se sintieran fracasados.

En la medida que individualicemos la enseñanza y el aprendizaje, se involucre más a los alumnos y a su curiosidad, florecerá su individualidad y su creatividad. Ahora lo sabemos. Sólo falta echar a andar e implementar en cada establecimiento del mundo este poderoso bálsamo que hará florecer tantos talentos.